En México, la Ley Federal del Trabajo (LFT) protege a los trabajadores y sus derechos en el caso de un despido, garantizando que, en condiciones normales, reciban una liquidación justa. Sin embargo, existen ciertas circunstancias en las que el trabajador pierde el derecho a la liquidación, es decir, puede ser despedido sin recibir ningún tipo de indemnización. De acuerdo con el artículo 47 de la LFT, algunos motivos son tan específicos como graves, y su cumplimiento deja al empleado sin el respaldo de esta prestación. En este ensayo, exploraremos las principales causales de despido sin liquidación, algunas bastante evidentes y otras que pueden tomar por sorpresa.
1. Actos de deshonestidad o robo: el bolsillo ajeno es intocable
Empezamos con uno de los motivos más claros y más graves: los actos de deshonestidad, fraude o robo. La LFT es contundente en este aspecto, y la razón es obvia: apropiarse de los recursos de la empresa es motivo de despido sin liquidación. Esto no sólo se refiere a robar dinero o bienes, sino también a cualquier acción en la que el trabajador aproveche su puesto para obtener beneficios económicos de manera ilícita, como el mal uso de los fondos o la manipulación de inventarios. En muchas oficinas, un «es sólo un post-it” o “una pluma” puede pasar desapercibido, pero la realidad es que todo está bajo la lupa. ¡Cuidadito con el papel para la impresora!
2. Faltar a la confianza: lo que se dice en la oficina se queda en la oficina
La LFT también establece que el trabajador debe respetar la confidencialidad de la información de la empresa. Divulgar secretos de la organización, como datos financieros, estrategias de negocio o incluso información privada de los empleados, es causal de despido sin derecho a liquidación. Si bien podría parecer extremo, este precepto protege la integridad y competitividad de la empresa, así que si un trabajador decide contar a la competencia los “secretos” de la oficina, puede enfrentar las consecuencias. Es claro: una vez que se daña la confianza, no hay vuelta atrás.
3. Asistir al trabajo bajo los efectos de alcohol o drogas
Todos tenemos días difíciles, pero presentarse en el trabajo bajo la influencia del alcohol o drogas es motivo para ser despedido de inmediato y sin derecho a liquidación. La LFT toma esto muy en serio, ya que un trabajador en estado inconveniente puede poner en riesgo no sólo su propio bienestar, sino también el de sus compañeros y la empresa en general. Además, un incidente así puede comprometer la imagen de la organización. Cabe mencionar que existen excepciones: si el empleado se encuentra en tratamiento médico con drogas prescritas, puede evitar este tipo de despido. No obstante, si al jefe le llega el olor a “fiesta del fin de semana” en un lunes, las explicaciones no siempre son fáciles de dar.
4. Acoso o violencia: la conducta inapropiada no tiene cabida
El respeto hacia los compañeros de trabajo es indispensable, y la LFT es tajante al mencionar que cualquier tipo de violencia, hostigamiento o acoso hacia los compañeros es motivo de despido sin liquidación. Esto incluye tanto el acoso sexual como el verbal o psicológico, así como actos de discriminación o maltrato físico. Las empresas cada vez son más estrictas en este punto, y con razón. Un ambiente seguro y respetuoso es crucial para el buen desempeño de todos, y si un trabajador infringe esta norma, la ley no contempla compensación. Las charlas de oficina se deben mantener libres de agresiones, y las bromas o “piques” personales no deben cruzar la línea de lo profesional.
5. Faltar tres veces en un mes… sin excusa válida
El tema de la asistencia parece inofensivo, pero no para la LFT. Faltar tres veces en un periodo de 30 días sin una justificación médica o un permiso previo es razón suficiente para despedir a un trabajador sin derecho a liquidación. Si bien muchas empresas optan por tolerar faltas ocasionales, la acumulación de ausencias afecta la productividad y es una señal de irresponsabilidad. Esto significa que un trabajador que, sin justificación, “se toma el viernes libre” un par de veces, puede quedar fuera del radar laboral de inmediato. Las asistencias y el compromiso cuentan más de lo que muchos imaginan.
6. Negarse a seguir las instrucciones o desobedecer órdenes
El cumplimiento de órdenes es fundamental en el ámbito laboral, y el no acatar instrucciones sin una justificación legítima también es causal de despido sin liquidación. La LFT prevé que los empleados sigan las instrucciones de sus superiores, siempre y cuando no pongan en riesgo su vida, salud o dignidad. Negarse a una tarea sencilla o asumir que uno “ya sabe más que el jefe” puede ser un error costoso. Este punto incluye desde no atender las indicaciones de seguridad hasta resistirse a realizar un cambio en los procedimientos. Aunque a veces el sentido común parece suficiente, el acatamiento es clave para mantener la armonía organizacional.
7. Daños a la empresa: “romper algo importante”
Si el trabajador causa daños intencionales, o por negligencia grave, en el equipo, las instalaciones o cualquier propiedad de la empresa, puede ser despedido sin indemnización. Esto incluye tanto el deterioro material como la afectación de la imagen de la empresa. Claro, aquí no se refiere a pequeños accidentes que todos cometemos, sino a daños de gran impacto que demuestren falta de cuidado o incluso mala fe. Así que el “ups, se cayó la computadora” tiene sus límites cuando el equipo termina siendo reemplazado por el gasto que representa.
Reflexión final: Mantener el equilibrio entre la ley y la ética laboral
La Ley Federal del Trabajo ha diseñado estos puntos con el propósito de garantizar una relación justa y responsable entre empleadores y empleados. Si bien algunas causales parecen estrictas o incluso inflexibles, muchas se sostienen en la necesidad de mantener un ambiente laboral armónico y funcional. Para el trabajador, conocer estos motivos puede ser la diferencia entre mantener una relación laboral estable o perder su derecho a una liquidación justa.
En un contexto en el que las relaciones laborales dependen cada vez más de la confianza y el respeto, el papel de la LFT resulta esencial para delimitar lo que se considera ético y lo que claramente se aleja de los parámetros aceptables.