En México, ha comenzado un proceso de transición hacia una jornada laboral de 40 horas semanales, con el objetivo de mejorar el equilibrio entre la vida personal y el trabajo, sin afectar los derechos ni el salario de las personas trabajadoras. Esta reforma se plantea de forma gradual, considerando las capacidades de adaptación de distintos sectores económicos.
¿Qué se propone?
- Reducción progresiva: Se contempla una disminución escalonada del horario laboral semanal, partiendo de las actuales 48 horas hasta alcanzar 40 horas.
- Dos días de descanso: El nuevo modelo busca garantizar dos días de descanso por cada cinco laborados.
- Sin reducción salarial: La disminución de horas no implicará disminución de sueldo ni de prestaciones.
Retos para el sector empresarial
Esta transición representa una oportunidad para replantear esquemas de productividad, pero también conlleva desafíos, entre ellos:
- Costos operativos: Ajustar turnos, procesos o contratar más personal puede implicar un incremento en los costos laborales.
- Productividad: Será necesario fortalecer la eficiencia operativa para mantener los niveles de producción con menos horas laborales.
- Flexibilidad sectorial: Cada industria tendrá que analizar cómo implementar los cambios según sus particularidades, tiempos pico y demanda.
Espacios de diálogo
Actualmente, se están desarrollando mesas de análisis en todo el país con representantes de empresas, trabajadores y especialistas en derecho laboral y economía. El objetivo es llegar a una implementación consensuada, ordenada y adaptada a la realidad de cada sector y tamaño de empresa.
Contexto internacional
La tendencia global apunta hacia una menor carga laboral semanal, centrando los esfuerzos en bienestar, productividad y sustentabilidad. México se une así a una dinámica en la que países de distintas regiones ya han comenzado a transitar hacia esquemas de 40 horas semanales.
Recomendaciones para clientes de Piedra Consultores
Gestión del cambio: Acompañar con estrategias de comunicación interna, escucha activa y métricas de adaptación.
Diagnóstico operativo: Identificar procesos clave que podrían optimizarse o automatizarse para reducir la dependencia de largas jornadas laborales.
Planeación laboral estratégica: Rediseñar turnos, roles y cargas de trabajo para adaptarse gradualmente sin perder competitividad.
Capacitación y cambio cultural: Preparar al personal y a los líderes para adoptar esquemas de trabajo más eficientes y orientados a resultados.